De acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (2018), el 45.2% de los mexicanos no pudo cumplir con el pago total de sus gastos con sus ingresos, y apenas el 25% cuenta con un seguro, principalmente de vida, de gastos médicos y de auto.
La encuesta también refiere que solo el 35% lleva un registro de sus gastos, y la mitad de ellos lo hace de forma mental. Otro dato interesante es que el 86% de ese mismo grupo dice enfrentar al menos un gasto inesperado al mes.
Asimismo, datos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) refieren que 57% de la población posee un crédito, mismo que utiliza principalmente para gastos personales, como comida o servicios (22.6), para pagar otras deudas (9.8) y para enfrentar emergencias e imprevistos (8.2).
Ante este panorama de incertidumbre, contar con los seguros adecuados puede ser una fuerte herramienta para mantener nuestra estabilidad financiera, familiar, profesional y personal, ya que ofrecen protección y respaldo precisamente ante situaciones adversas e inesperadas.
Como usualmente se dice, “es mejor tenerlo y no necesitarlo, que necesitarlo y no tenerlo”. Sin embargo, ¿qué pasa si es precisamente una eventualidad la que complica mantener al corriente el pago de nuestro seguro?
En este caso, lo más común es que se invalide la cobertura y el usuario quede expuesto, lo cual puede originar una cadena de consecuencias indeseables.
También es posible que se pierdan beneficios de antigüedad, como tarifas preferenciales, cobertura de ciertos siniestros o enfermedades, o incurrir en faltas a leyes y reglamentos, como en el caso de los seguros para automóvil, obligatorios en la mayoría de las ciudades.
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Si estás entre los millones de mexicanos que no tienen un plan para imprevistos financieros, puedes comenzar a prepararte tomando en cuenta que algunos de los gastos inesperados más típicos son: